Adiós diciembre.
Ya de por sí diciembre es un mes sumamente emocional. Comienza una de las etapas del año en la que por de más de muchísimas cosas se añora el tiempo, los años y los recuerdos. Llegan las celebraciones y los recuerdos de quiénes se han ido, o las fotografías de cuándo eramos chicos, todo en diciembre es recordar para comenzar de nuevo y seguir disfrutando.
Esta semana en mi casa llegó adelantado el usual desorden de fin de año al «sacar las cosas que ya no necesitamos», pero esta vez fueron muebles, papeles, archiveros, teníamos muchísimas cosas olvidadas y guardadas. A mí no me gusta el desorden y mucho menos me motiva ponerme a seleccionar entre las cosas viejas lo que vale la pena quedarse y lo que hay que regalar o tirar… Me cuesta mucho desprenderme de esas cosas. Me pregunté, ¿Por qué me cuesta tanto dejar ir? y ahí vamos otra vez con las miles de razones en mi cabeza: por que soy acumulador, por que son cosas que me gustan, por que son cosas que me costaron trabajo, haciéndome a la idea que el problema era sobre las cosas y no sobre el valor que en realidad tienen… Me di cuenta que lo que en realidad me cuesta es dejar ir cosas, papeles o artículos que significan recuerdos para mí y que por los años o el tiempo, me da miedo olvidar.
Es algo que no puedo evitar, se nos pasan los años volando, hasta las redes sociales nos lo recuerdan, los recuerdos de Facebook o Timehop con sus mensajes y fotografías… Hace 4 años, hace 5 años, hace 6 años… Todos los días me sorprendo de lo rápido que ha pasado el tiempo y las miles de cosas que me han pasado, que han cambiado y que en mi cabeza asimilaba que habían sido hace mucho menos tiempo. Sumados los recuerdos materiales y todo lo que empece a encontrar entre los archivos viejos en casa, cuadernos, cartas, dibujos, fotografías, etc., fue un diciembre para recordar.
Ahora, por otra parte, con todo lo que dejamos atrás comenzamos a planear el próximo año, muchas ideas, muchos anhelos y deseos que esperamos cumplir. Lo que no me gusta es que planeamos sin darnos cuenta que justo acabamos de dejar ir un año en el que no hicimos todas esas cosas, y es aquí donde viene el típico consejo de «comienza hoy, haz las cosas hoy», pero no, mejor les diría… Vive hoy y deja ir.
Vive hoy y deja ir. Deja ir las cosas materiales que definitivamente ya no te sirven, toma los consejos de tu mamá de sacar las cosas que ya no usas y que a alguien más le pueden servir, los recuerdos que significaron algo siempre estarán en el corazón y no en las cosas que nos recuerdan a ellos. Motívate de tus recuerdos digitales y haz una llamada o un mensaje a los amigos que hace mucho que no ves, al final, estamos en diciembre, todo pasa en esta época, no te deprimas por lo que ya no está ¡recupéralo! En algunas cosas no hay límite de tiempo para retomar.
Por más que quisiéramos, el tiempo no se detiene por nada. En lo personal, cada que me abordan historias o pensamientos que me recuerdan lo rápido que van los años, me pongo en un mood entre sentimental y feliz, no sé. Lo padre de esas cosas que hemos vivido es que aunque a veces nos olvidemos, tenemos canciones, tuits o facebook posts jajaja que nos hacen recordar como si hubiera sido ayer.


