Lo que nos hace la lluvia.
Anteriormente escribía sobre cuestionar todo y creo que es algo que realmente hago muy seguido, los invito a leerme. También, recientemente reflexiono mucho sobre las sensaciones físicas y mentales ante diversas situaciones que nos inventamos o que simplemente nos pasan. Pienso que el otoño, con sus lluvias y colores, nos hace sentir mucho más que otras temporadas del año, no exclusivamente por la sensación térmica sino por muchas circunstancias más… La lluvia del otoño es para reflexionar.
Hoy nos despertamos con una lluvia insaciable. No era aún el amanecer y ya nos habíamos activado para contemplar el llanto del cielo, parecido a la lluvia del corazón que nos conmueve y nos hace creer, en esta ocasión, convencidos de que sería un día diferente. El cielo determinante no paraba de anunciar que comenzaba de nuevo ese «algún día», que todos los días sucede, la nueva oportunidad para hacer «ese algo» que nunca hacemos solo que esta vez tenía un motivo diferente.
Hasta la rutina es diferente, los minutos pasan más lento y las noticias son más interesantes… Hablamos de elecciones y de intereses políticos, hablamos de las calles que necesitan un relevo y los que piden a gritos que alguien haga algo. Unos hablan de lo que no esta en nuestras manos y los demás queremos soltar de las manos las situaciones que enferman a esta sociedad; las temáticas son extremas y el tiempo, como las gotas, no para… latente necesidad de asegurarnos de todo cada momento que pasa pues hoy llueve en la ciudad.
Nos cargamos de herramientas para salir al ruedo, nos vestimos -como todos los días- pero esta vez vamos con las armas necesarias para sobrevivir (si así se le puede decir) a la jungla de coches y riachuelos. Salir de casa se convierte en una consciente preparación total donde analizamos todas las posibilidades que podrían suceder, que igual podrían suceder bajo el ardiente sol, pero hoy es especial, hoy llueve en la ciudad.
Los trayectos son más interesantes, son emotivos, son emocionantes… son paisajes. Encendemos el coche con una concentración total: las luces, el cinturón, la música exacta, la canción que vaya con el mood… Se disfruta tanto manejar bajo una circunstancia así. Como decía, el tiempo va más despacio por que en un día así hay mucho más que perder; no vayamos a frenar el ritmo en el que todos van y desestabilizarnos estampados contra una realidad que no es la deseada o resbalarnos en la fría necesidad de que pare de llover. Sea lo que sea, el proceso se disfruta más, sin embargo, no deja de ser lo mismo, en verdad es igual que siempre, solo que estamos dispuestos a que todo sea diferente, hoy llueve en la ciudad.
La lluvia es tan grande que transforma nuestros días en experiencias con 360º de descubrimiento en las acciones y movimientos personales. Hoy es otra vez «ese algún día», ese momento que todos los días se nos presenta, pero hoy es diferente por que estamos dispuestos a que así lo sea. Transformamos la naturaleza en un viaje que vivimos totalmente conscientes y de acuerdo.
Lo que nos hace la lluvia, a mí me gusta.
 
		    				         
								        
								        
								       

