Nos enamoramos del viento
En un día soleado, no hay nada mejor que esa brisa que llega de repente, pareciera que la vida nos ha escuchado y ese lindo viento llegara cuando más lo necesitábamos.
Cuándo nos enamoramos, todo parece ser como ese viento.

Es como ese momento en que deseamos que todo a nuestro alrededor se detenga para disfrutarlo un poco más.
Es tan fuerte que nos deja ciegos, nos hace incapaces de lograr ver algo más, solo sentimos que en ese instante no existe algo más perfecto.
Nos envuelve con una sonrisa; es fugaz, pasa frente a nosotros tan rápido que parece mentira.
Es único, nada de lo que pase en esos segundos podrá ser repetido en alguna otra ocasión.
Para nosotros, este viento significa vida, risas, instantes, alegrías, locura, amor.
Lo es todo y a la vez no es nada. Como todo, este viento también llega a ser molesto o indeseable.
Puede que nos consuma tan rápido que seamos incapaces de respirar.
Nos atrapa y nos deja estancados
Viene y va, dejando un rastro imposible de borrar…
Muchas veces nos deja llenos de frío, sin ganas de que este vuelva a aparecer.
Es este viento el que vive con nosotros, el que tanto queremos, el que tanto esperamos, es un viento con altas y bajas, con risas y lágrimas, con amor y desamor.

Es tan diferente para cada persona y tan igual al mismo tiempo.
Es el amor que vive en nuestro corazón, aquel que nos hace sentirnos vivos, el que nos regala las mejores sonrisas, que no puede salir de nuestra cabeza, el que no necesita hacer nada para hacernos sentir bien.
Es aquel, que nos llena el alma, que nos hace sentir como el viento pasa sobre nuestro rostro.
Es tan bueno, tan grande, que se siente como respirar la brisa encantadora.
Es aquel, que al igual que cualquier otro viento, no solo nos regala cosas buenas, sino que nos invade de realidad.
Y aunque a veces queramos huir de el y juremos que no es lo estamos buscando, este volverá a aparecer.
Porque al final del día, es ese viento, lo único que nos llena de vida.


