Te voy a escribir.
Como siempre, estoy así. Así, con este incansable e intermitente saber que estoy así. Como distante, emocionado, presente, imaginando, pensando, determinado, pensando siempre. Pero no pensar pensar; pensándome, pensándonos (a todos) y pensando mil y un historias que circulan diariamente en mi mente. Siempre así.
Te voy a escribir, porque escrito es como un decreto. Escribirte para no olvidar la constante lucha a la que todos nos enfrentamos. Para que no nos falte tiempo de sabernos en esta historia, para que mis escritos estén en algún lugar fichados con hora y fecha. Te voy a escribir porque así no habrá manera de olvidarnos por qué estamos aquí.
Te voy a escribir para que sepas algo de mí. Porque así me ahorraré tantos sentimientos que me costarían mucho más expresar. Porque escribirte es como una charla sin filtros, como las pláticas de medianoche que no tienen mucho sentido, pero que siempre resultan de lo mejor (sin alardear). Porque leerme es como hablarle al corazón, sin sentido y con irreverencia.
Te voy a escribir, porque tengo la intención de que algún día me leas. De hacerme a entender, de desmenuzar mis ideas y que tengan sentido, de encontrarle sentido a lo que a veces parece no tenerlo. Te voy a escribir, porque también le quiero dar un sentido a esta vida que siempre se siente tan diferente y que en cada momento que le escribo me cuestiona más.
Te voy a escribir, porque me falta todo. Cuando todo no es todo, sino realmente nada. Me faltan temas, me faltan historias, me faltan momentos, me faltan días, me faltan horas, me faltas tú. Te voy a escribir porque de alguna manera me hace sentirme completo, me hace sentir que los días son más largos y que las cosas son más interesantes, porque también es como un juego en el que el realismo se vuelve fantástico y me divierto más.
Te voy a escribir, porque realmente no tengo otro remedio. No sé dónde estás, ni sé si me entiendes, no sé si me sabes o si sabes que te escribo a ti. Solamente tengo la intención de que estas palabras puedan quedarse como un lamento grabado en esta historia, como un recuerdo de lo que sentía, como una introducción a lo que pasa por mi mente, como una manera de que sepas que siempre estaba pensando en ti.
Por eso, si te escribo, no es porque esté jugando, o porque realmente no tengo nada qué decir, es todo lo contrario. Tengo tanto que decirte, que un par de palabras no serían suficiente juego.
 
		    				         
								        
								        
								       

